lunes, 30 de junio de 2008

¿Feliz? cumpleaños

El cumpleaños es una celebración que siempre me ha llamado la atención, el acto de felicitar (y hago énfasis en eso; felicitar) a alguien por el sólo hecho de que el día en que éste nació coincida con el día que en ese momento transcurre parece un poco traído de los pelos, si lo analizamos detenidamente lo único que estamos haciendo es felicitando a alguien por haber pasado un año más sin morirse.


Pero no es la esencia en sí misma del festejo lo que me detiene en esta ocasión, sino las metamorfosis y mutaciones que ha experimentado en éste tiempo y las cuales también experimenta en el transcurso de nuestras vidas. En épocas escolares el cumpleaños era una fiesta en donde uno se extralimitaba en el consumo de bebidas cola, torta, panchos, hamburguesas, y cualquier otro alimento que viniera al caso servir, también era el lugar donde se iniciaban noviazgos de escuela, que son los noviazgos menos efectivos, porque sólo tienen sentido en el contexto del cumpleaños, cuando el lunes uno volvía a clases se encontraba con que tener novia le hacía perder tiempo para jugar a la escondida, la bolita, la rimadita y por supuesto el fútbol, y a las niñas para vaya a saber uno que hacían en los recreos. En esta época el cumpleaños también funciona de modo comparativo, los niños empiezan a decir cual fue el que tenía la piñata más grande, la torta con más dulce de leche o el payaso menos hincha pelotas (esto solo se logra con la ausencia lisa y llana de payaso).


Más adelante en nuestras vidas aparece la adolescencia, y el cumpleaños es el lugar indicado para encarar a la minita esa que le tenés ganas desde el primer día de clases y no encontraste una situación propicia para hacerlo, cualquier salame sabe que es mucho más efectivo caerle a una compañera de clase jugando al verdad-consecuencia que enumerando las arterias del cuerpo humano, bajando por Rufini (Rufini no es una calle que muere en la Rambla, que quede claro) o estudiando la germinación del poroto, aunque para esta última se me ocurre que se le puede encontrar la vuelta. También en esta época hace la aparición el alcohol en los cumpleaños, un factor preponderante en pérdidas de virginidad en barrios más copetudos y de masa encefálica en los más humildes, aunque los patrones están siendo cada vez más confusos en éste aspecto.
Ya en la adultez el cumpleaños se va tornando progresivamente en una molestia, uno cada vez está más viejo, y por ende más cansado, o sea, con menos ganas de aguantar parientes y amigos contando los mismos 10 o 12 chistes y anécdotas de todos los años, sin embargo uno lo festeja igual porque sabe que sino seguramente no se vería con el 95% de esas personas nunca jamás en su vida.


En la vejez el cumpleaños se torna cada vez más confuso, y poco a poco se lo van festejando a uno sin que uno sepa de que se trata todo eso, hasta que un día el cumpleaños ya se convierte en motivo de reunión de todos los demás menos uno, que está ahí como un florero más, y así sucesivamente hasta el velorio que es justamente eso pero llevado al extremo.


Me permito detenerme en otra curiosidad de los cumpleaños, pero mucho más cirscunstancial de los tiempos que pasan, me refiero al “festejo de cumpleaños en un boliche”, y a no confundirse, no hablo de una pizzería o pub con mesas, no no señor, me refiero a un boliche bailable, he concurrido a cumpleaños de este tipo y despierta mucho mi curiosidad el proceder de la fiesta, ya que en el interior del local muchas veces se están llevando a cabo una decena de cumpleaños de manera simultánea, incluso uno concurre al cumpleaños muchas veces sin conocer mucho al agasajado, y a veces aunque lo conozcamos no lo vemos en toda la noche prácticamente, yo he llegado a pensar en organizar mi cumpleaños de ese modo para no tener que ir yo, y puedo apostar cualquier dinero que nadie se entera que no fui.