El del pie medianero (medianerus quesus) – Este individuo se caracteriza por pegar su parte lateral externa del pie a la parte lateral externa del pie de su pasajero contiguo, y lleva esta conducta al extremo, uno va en el ómnibus parado y se le instala este especímen al lado poniendo su pie pegado al nuestro, a uno le entra a molestar y procede a mover 2 centímetros el pie para no tener el pie del otro pegado al de uno, y este individuo se mueve al instante esos mismos 2 centímetros hasta volver a pegar su pie contra el nuestro, y uno puede hacer este mismo esfuerzo por zafar infinitas veces que siempre va a ser inútil. A este ser no parece molestarle ese contacto innecesario y solo se le puede poner fin bajándose del ómnibus o cambiándose de lugar con habilidad derivándole el padecimiento a otro pasajero.
El que da en herencia el asiento (monarquicus asientum) – Esta persona es la que está sentada en su asiento y le llega el momento de bajarse, pero antes de hacerlo se dirige hacia un pasajero que se encuentra de pie y le dice que le deja su asiento, la gran mayoría de las veces es con minas que están buenas o con viejas que están muy en el horno. Ésta actitud es sumamente llamativa, ya que este individuo procede con su lugar en el ómnibus como si se tratara de una herencia de algún tipo, la cual él puede dejar a quien le plazca, como si se tratara de algún tipo de trono o como si el transporte colectivo fuera un régimen monárquico en el cual hay un heredero designado por el monarca en cuestión. El transporte capitalino es una democracia en la cual el designio de sustituto de asiento está regido por ciertas normas de cercanía y de edad que este ser parece no entender.
El que se para 10 paradas antes de su destino (descendentus apresuradum) – Este es el típico que se pasa todo el viaje cogoteando a ver por donde va el ómnibus, nunca lo vamos a ver tranquilo en su asiento, parece como un botija chico que se va de campamento, todo ansioso en su lugar y deseando que llegue el momento de bajarse. Es el mismo que cuando el ómnibus agarra por otro lado porque está cortada una calle o porque cambió el recorrido no entiende nada, empieza a mirar pa todos lados, pone cara así como de que erró un penal, e incluso consulta con la gente a su alrededor que está pasando. Siempre lo vemos que se levanta de su asiento y empieza a dirigirse hacia adelante (siempre se baja por adelante, aunque el bondi esté lleno y él esté sentado en el fondo, porque necesita preguntarle al chofer si se está bajando donde debería) y va caminando hacia adelante como duditativo, y medio agachado para poder ver bien por el parabrisas hacia donde se dirige, cuando llega le hace alguna pregunte al guarda o al conductor y generalmente su parada viene dentro de 10, o sea, el guarda le dice: “si, yo te aviso donde es, falta bastante”, pero él siempre sospecha que se va a pasar, no confía en ese extraño que le dijo que le avisaba, conserva su temor, entonces se queda paradito medio flotando ahí en la parte delantera del vehículo, y obviamente trancando a todo aquel que se va a bajar en las 9 paradas siguientes, sin lugar a dudas un ser que debemos tratar de erradicar.
La vieja buitre del asiento libre (lugarum librus carroñerus) – No siempre es una vieja, pero el alto porcentaje de viejas que forman parte del grupo le da su nombre. Su actitud está marcada de antemano por su psique, porque ya al subir al ómnibus se le nota esa esperanza de obtener un asiento de forma caritativa, incluso hasta le mete un pamento bárbaro a cada escalón que sube, algunos hasta se mandan unos gemidos y todo de queja y se colocan la mano en la cintura con gesto notorio de dolor cuando terminan el ascenso. Si consigue el lugar al que aspira, su conducta se calma al conseguir ese tan ansiado puesto, de lo contrario su cacería comienza. Al principio se la ve más preocupada de hacer notar su enfado y su decepción con la sociedad de hoy en día por no haber obtenido la donación de asiento, pero mas adelante ya comienza a acomodarse y su sentido arácnido comienza a funcionar ni bien algún pasajero que viaja sentado realiza algún movimiento que denuncie su inmediato descenso, y ahí ataca; lo primero que hace es dar unos pasitos hacia ese lugar, hasta ahí es algo que todos hacemos, lo de acercarnos al que pensamos que se va a bajar, pero la vieja va un paso más alla, y llega incluso a interponerse en el espacio existente entre quien se está bajando y quien se encontraba de pie más cerca, y a veces hasta mete algún codazo, la mayoría no mira a los ojos, y luego se sienta y mira al frente asi como que no se dio cuenta de que pasó, pero hay otras (las más mezquinas) que llegan al punto de mirarlo a uno en el momento de sentarse como diciendo “creo que estaba más cerca yo” y hasta se sonríen haciéndose las simpáticas.
La explicación a esta conducta es que ellas se saben viejas, saben que ya no les queda demasiado, y de la misma forma que adentro de la cárcel el tipo más peligroso de todos es el que está condenado a muerte, porque no tiene nada que perder, y de la misma forma, también, que procede el tipo que expulsaron en un partido de fútbol y que se quiere llevar a uno del otro cuadro con él y empieza a buscar a todos pa pelear, de esa misma manera vieja procede y asi saca a relucir toda su mezquindad y todo su cansancio acumulado en toda una vida.
Estos son algunos de los personajes que he observado, más adelante ahondaré sobre otros tantos que me han llamado la atención.
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