viernes, 8 de febrero de 2008

4 tipos somos leyenda

Hoy he decidido recordar un acontecimiento en el cual 4 individuos marcaron un antes y un después en la historia. Estos 4 seres a los que me refiero son: Rodrigo "Lolo" Jasa, Pablo "Pato" Travers, Rodrigo "Rolo" Del Campo y quien les habla; Gastón "Varilla" Varela. Procedo a contar la historia que convierte en leyenda a los anteriormente mencionados.

En una noche que parecía ser como cualquier otra, ya la mágica previa había pasado, me encontraba en la puerta de Pogo acompañado del Pato viendo como cientos o miles de personas se sacaban los ojos para conseguir entrada, esperando tener la habilidad para colarse en la fila sin recibir recriminaciones y pagar los 80 pesos de la entrada en cuestión que les permitiera ingresar en el recinto.

En un momento se me acerca el Rolo, quien había recibido una llamada a su celular del Lolo, este le comunica que había recibido de buena fuente la información de que en el cerco del fondo de Pogo había una grieta por la cual se podía ingresar de forma clandestina al establecimiento. Este nos informa de esto y al instante se nos suma el Lolo y los 4 sin dudarlo decidimos efectuar el operativo, emprendimos camino en dirección a la Aguada, como yendo para la casa que alquilamos, sabíamos muy bien que 4 era el número indicado, no podíamos sumar más gente a la misión; 4 eran los magníficos; 4 los jinetes del Apocalipsis; 4 eran los cuatro fantásticos. Nada podía fallar, pero debíamos ser precavidos, corría el rumor de que los alrededores eran custodiados por unos jinetes en unos equinos de porte intimidador, acompañados por una jauría de perros que seguramente nos devoraran sin dudarlo, todo esto no importaba, nos sabíamos capaces de realizar la gesta.

Por todo esto no podía sumarse nadie, y por eso mismo fue que al iniciar camino nuestro amigo Martín “Baya” Bayarres nos cruzó y seguramente vio en nosotros un aspecto aventurero e intrépido que le hizo preguntarse y preguntarnos: ¿donde van?, la respuesta fue tan unánime como inexistente, prácticamente lo ignoramos (mala nuestra) pero ya éramos 4, la gloria solamente era para nosotros.

Seguimos camino por el costado de la ruta, cuando nos encontrábamos a unos 50 metros de la pared lateral del establecimiento consideramos esta distancia suficiente y nos adentramos en el bosque dirigiéndonos en forma paralela a la pared lateral de Pogo, cuando solamente nos habíamos adentrado unos pocos metros me suena el celular; era el Baya insistiendo con su pregunta anterior, en este caso lo atendí y le respondí que luego le decía; que no podía hablar en ese momento, todo en voz muy baja, cual francotirador en la selva vietnamita. Continuamos camino por el bosque, unos metros más adelante decidimos camuflarnos con el paisaje, era propicio quitarse las camisas y las remeras y llevarlas en la mano, había que ser parte de la naturaleza para que la misión no fracase, así que lo hicimos.

Avanzamos 2 metros solamente y el que encabezaba la expedición era el Rolo, yo iba en la retaguardia debido a la llamada del Baya, en ese momento el Rolo se detuvo, a unos metros y bordeando la pared lateral unas sombras avanzaban en dirección al frente del local, y lo hacían rápido, observamos en silencio, y detrás de estas sombras dos sombras más grandes las seguían, cada vez más de cerca, eran los jinetes persiguiendo a un grupo que había fracasado en su intención de realizar el operativo. Las razones de este fracaso eran varias y muy obvias; la poca distancia entre los integrantes de la operación y la pared, y principalmente la cantidad de integrantes (muchos más que 4).

Lo claro es que en ese momento se nos presentó la oportunidad, nos dimos cuenta lo paradójica que es la noche, el fracaso de unos es el éxito de otros, en este caso nosotros veíamos como los jinetes descuidaban sus espaldas, supusimos que la pared del fondo estaría sin guardia, por lo tanto tomamos la decisión y corrimos en esa dirección a muy alta velocidad, la condición de futbolista de los 4 nos jugó altamente a favor en ese momento, alcanzamos una velocidad importante, corríamos sobre cualquier tipo de irregularidades en el terreno, hasta que llegamos a la pared del fondo, la cual como lo suponíamos se encontraba descubierta, era el momento de actuar, pero ahora empezaba la parte más importante: encontrar la grieta en el cerco. ¿Y si no existía? ¿Y si la habían tapado? El tiempo corría y los 4 tanteábamos la pared buscándola, los nervios aumentaban, estábamos indefensos ante la vuelta de los jinetes y sus perros. En un momento el Lolo propone convencido que nos volvamos a colocar las remeras, según él "para disimular", aunque yo me pregunto como hacen 4 tipos en el medio del bosque, del lado de afuera de un boliche, contra la pared del fondo de este, en noche cerrada para disimular, pero igual lo hicimos. Casi enseguida de esto ya estábamos por tomar la decisión de trepar el vallado de madera que constituía la pared porque no habíamos encontrado la grieta que buscábamos, nuestras miradas ya se dirigían hacia la parte superior viendo con resignación que era una altura casi imposible de trepar, los nervios aumentaban, éramos presa fácil y el tiempo corría, ya hacía como un minuto que estábamos ahí aunque parecían horas. En ese momento no recuerdo quien vio la grieta en la pared y rápidamente nos dirigimos a ella y abriéndola con una mano y con las camisas a medio poner "para disimular" ingresamos en el lugar. No recuerdo haber observado los rostros de quienes se encontraban ahí, eran muchos, ya que el lugar se encontraba hasta la quena de gente, pero pagaría para verle el rostro a quienes vieron aparecer casi por arte de magia a 4 tipos de la pared.

En el momento que entramos procedimos rápidamente a mezclarnos en la muchedumbre, así que tomamos camino hacia la pista más cercana hasta estar completamente seguros de no ser descubiertos. Lo habíamos logrado, había que vernos abrazándonos como si le hubiéramos hecho un gol a Brasil en el Maracaná, la euforia era inmensa, habíamos pasado a la historia, éramos a partir de ese día los 4 que se habían colado en Pogo. Desde esa noche somos leyenda, se contarán historias a través de los años, seguramente gente que estuvo presente le hablará a sus nietos de nosotros, posiblemente se nos atribuyan poderes mágicos y hasta algún pacto con el demonio para dar explicación a este acontecimiento, pero todos sabemos que la magia no existe y que el Diablo no te compra el alma a no ser que seas político o contratista de fútbol, ah, o Escanlar.

A modo de cierre quiero decir que al día siguiente desde el lado de adentro fui hasta el lugar donde estaba la grieta y esta ya no se encontraba ahí, ¿la habían tapado?, ¿quien sabe? o quizás nunca estuvo ahí.

2 comentarios:

akire dijo...

ola varilla, me gusto tu historia y definitivamente ya son historia tu y tus amigos, saludos...

Anónimo dijo...

Vale aclarar que el lolo una vez adentro y a tan solo centimetros de un patovica me grito en una gran cantidad de decibelios "Bo boludo nos colamo por un bujero en la pareee"
Tremenda leyenda...

joak